Las
patologías capsulo-ligamentosas del tobillo son comúnmente conocidas como
esguinces. Se tiende a llamar a cualquier lesión de tobillo esguince lo cual es
un error, cada mecanismo productor de una lesión tiene su propia patología. El
tobillo es la articulación que más se lesiona pero la que mejor se recupera; se
puede proteger bien, acepta bien la inmovilización y es estable. Las lesiones
del tobillo son un problema común, responsable de aproximadamente el 12% de
todos los traumatismos atendidos. Los esguinces, por sí solos, son responsables
de cerca del 15% de todas las lesiones asociadas con la práctica de deportes.
El esguince de tobillo es posiblemente la lesión más frecuente. El 85% de los
esguinces afectan al ligamento lateral externo (LLE), lesionándose
fundamentalmente el ligamento peroneoastragalino anterior (LPAA), y hasta el
44% de los lesionados presentan algún tipo de secuelas un año después (dolor,
inestabilidad mecánica o inestabilidad funcional).
Según la gravedad, los
clasificamos en tipo I (lesión del 5% de las fibras, distensión, no laxitud
articular), tipo II (lesión del 40%-50% de las fibras, rotura parcial,
inestabilidad articular leve) y tipo III (rotura completa del ligamento). El
mecanismo fisiopatológico es la inversión forzada del tobillo, un mecanismo
combinado de flexión y supinación del pie. Es una lesión que se produce con
mayor frecuencia entre los 21-30 años de edad, posiblemente relacionado con un
mayor incremento de la actividad deportiva en estas edades. Cuando el esguince
aparece en sujetos más jóvenes o más mayores suele evolucionar peor, la lesión
suele ser más grave.
Clasificación y tipos:
En
función del daño ligamentoso producido podemos clasificar los esguinces de
tobillo en tres tipos según Álvarez Cambras, de menor
a mayor gravedad:
1.
Grado I: son el resultado de la distensión de los ligamentos que unen los
huesos del tobillo. La hinchazón es mínima y el paciente puede comenzar la
actividad deportiva en dos o tres semanas. Se produce la rotura de menos del 5%
de las fibras.
2.
Grado II: se produce la rotura parcial del ligamento, aparece dolor
moderado acompañado de una inestabilidad articular leve. Existe hinchazón y dificultad
para la deambulación «de puntillas». El sujeto camina en posición antiálgica, y
los signos y síntomas son más evidentes. Se ha producido la rotura del 40%-50%
de las fibras. La exploración puede revelar un cajón anterior y/o una inversión
forzada positivos. Los ligamentos se rompen parcialmente, con hinchazón
inmediata. Generalmente precisan de un periodo de reposo de tres a seis semanas
antes de volver a la actividad normal.
3.
Grado III: existe una laxitud articular manifiesta, rotura completa del
ligamento, dolor intenso, deformidad e hinchazón. El sujeto no puede caminar ni
apoyar el pie en el suelo.
Las
maniobras exploratorias son positivas. Son los más graves y suponen la rotura completa de uno o más ligamentos pero
rara vez precisan cirugía. Se precisan ocho semanas o más para que los
ligamentos cicatricen. Lo principal es la exploración física, en la que el
médico apreciará la característica inflamación submaleolar externa. También son
típicos el dolor a la palpación y al mover la articulación. Es posible que se
forme un hematoma que por la gravedad se va hacia abajo y hacia atrás.
Casi
siempre es recomendable hacer una radiografía simple del tobillo que sirve para descartar
la existencia de una fractura en los huesos; si no hay fractura el diagnóstico
es bastante seguro y no es preciso hacer más pruebas.
Sólo
cuando hay dudas o la evolución es demasiado lenta su médico solicitará una resonancia
magnética o un scanner para obtener más información.
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